Activan la retalización comercial y el país profundiza su aislamiento

La Organización Mundial de Comercio (OMC) dictaminó que la administración que realiza la Argentina de sus importaciones es una práctica reñida con el libre comercio y, de esa manera, los otros países miembros están habilitados a tomar medidas de represalia, o retaliación. Con su espiritú indómito y juvenil, puede el Gobierno ser fiel así mismo  y criticar duramente al organismo internacional como otro vocero y representante de esa cada vez más clara conspiración global contra un país que busca la originalidad en cada medida, despreciando todo tipo de consejos y experiencias foráneas, con altivez de quien se sabe soberano en todo. Puede el Gobierno decir que el libre comercio que dice promover la OMC no existe. No estaría del todo errado: la liberación de aranceles de manera multilateral entró en una parsimonia somnolienta y sólo proliferan acuerdos bilaterales. La Rueda del desarrollo, que arrancó hace 13 años en Doha, no encuentra salida. Y los países referentes del comercio mundial son grandes protectores de sus mercados. Pero la Argentina es un país miembro de la OMC. Y allí reclama también contra el proteccionismo global. Sabía que medidas como las declaraciones juradas anticipadas de importaciones (DJAI) eran una provocación clara. Pavonearse por el mundo prepoteando es un modo también de negociar. Y tiene sus consecuencias. Como parte que es de este organismo multilateral, que nació para ordenar el caos del comercio mundial y armonizar los flujos con reglas que respeten el hecho de que el intercambio de mercaderías es necesario para el desarrollo de los países, la Argentina asumió compromiso, voluntariamente, y los incumplió. (Aclaración al margen, el país es uno de los más activos litigantes en el capítulo de solución de controversias de la OMC). Con la administración del comercio, el Gobierno no sólo limita la oferta de bienes en la matriz productiva y de consumo nacional-alentando la galopante inflación, restringiendo la actualización tecnológica de una industria nacional que con cada limitación de la competencia se «achancha»- sino que incumple contratos que firmó como miembro fundador del organismo. Nuevamente, el mundo le advierte a la Argentina por sus «modos». Y el asilamiento se profundiza cada vez más.

Fuente LA NACIÓN

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