El incesante desgaste político de Capitanich sumó dos amoladoras

 

El desgaste político al que se está sometiendo el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich sumó nuevas amoladoras.

En una misma semana, el montenegrino debió renegar de su cosmovisión chaqueña  y sostener al subsecretario de Puertos y Vías Navegables, Horacio Tettamanti, frente a la embestida del canciller uruguayo Luis Almagro, que había tildado a Tettamanti de «antiartiguista», a raíz de la resolución 1108, que se encamina a convertirse en una consumada naniobra de retaliación diplomática. Luego prestó nombre al sindicalista ex menemista y ex moyanista Herme Juárez, dueño del monopolio de la estiba en el polo aceitero y cerealero de Rosario.

La 1108 impide a las exportaciones argentinas transbordar en países que no tengan firmado el un acuerdo de transporte con la Argentina (a la sazón, sólo Uruguay) en el Mercosur, y fue rescatada por Tettamanti de algún cajon y firmada una vezs que satisfizo la vocación  oficial de castigar a Uruguay. Los preceptos de dicha resolución no pueden cumplirse sin recurrir a la excepción no pueden cumplirse sin recurrir a la excepción a la ley de cabotaje: no hay bandera argentina suficiente para unir dos puertos argentinos.

Capitanich planteó que lo que la Argentina hace es «un aprovechamiento de la logística integrada». Oriunda de una provincia cuya exportación reciente se recostaba en puertos uruguayos, fue uno de los impulsores de Colono SA, una firma que priorizó la logística como variable excluyente de la competitividad regional. Nada más reñido con la insturmentación política que ejerce Tettamanti.

Luego, viajó a Puerto San Martín, para prestarle apoyo político al versátil Herme Juárez, en otro anuncio grandilocuente: la absorción  por parte la Cooperativa de Trabajos Portuarios Limitada Puertos General San Martín que preside Juárez del impuesto a las ganancias que pagan los trabajadores.

Juárez borro de un plumazo su alianza indiscutida con Hugo Moyano, a quién recurrió, durante este Gobierno, para torcerle el brazo a las cerealeras y lograr la firma, en la CGT, de un aumento de las tarifas en dólares.

Así, Capitanich se puso al frente de un conflicto diplomático con Uruguay al apalancar a quien promueve «matar o mori» por los puertos agentinos, y quien tildó a los uruguayos de «alucinados» por querer tener una industria logística eficiente. Al mismo tiempo, sostuvo al cooperativista que cobra servicios en dólares y paga sueldos en pesos, y extorsiona a quien no lo contrata.

Fuente: LA NACIÓN

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