«No hay cepo» y hasta se frenó la fuga de capitales: ¿Cristina puede festejar que salgan menos dólares?

La frase de la Presidenta «no hay ningún cepo cambiario» generó polémica. Lo cierto es que un ahorrista no puede comprar billetes. Esto no significa que el Gobierno resolvió un problema, sino que abrió otras ventanillas por donde se le escapan más divisas que antes. Aquí, algunas de ellas

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La frase «no hay ningún cepo cambiario» fue la más polémica, la más comentada y, sin dudas, criticada de las que expresó Cristina Kirchner en su entrevista televisiva con Jorge Rial.

Para aquellos que quieren ahorrar en dólares o que necesitan divisas para viajar y se encontraron con el implacable «denegado» de la AFIP, las palabras de la Presidenta sonarán, seguramente, a una irritante negación de la realidad.

Pero, tal vez, si se ve desde otro ángulo, la frase pueda tomar otro significado. Ocurre que, para justificar su postura de que el cepo no existe, la jefa de Estado expuso el argumento de que la cantidad de argentinos que viaja al exterior ha aumentado de manera exponencial.

El mensaje entrelíneas de Cristina podría leerse como «con un cepo en serio, no habría forma de que saliera un solo dólar del país, pero todos los días se nos van millones sin que lo podamos frenar».

Es casi una aceptación de que los economistas críticos tienen razón cuando señalan que las restricciones frenaron un problema -la imparable compra en casas de cambio, que había llegado al récord de u$s3.000 millones mensuales hace dos años- pero generaron una vasta lista de nuevos inconvenientes.

El resultado neto de la aplicación del cepo, en definitiva, en el «mejor« de los casos es neutro. 

Y algunos sospechan que hasta pudo haber sido peor el remedio que la enfermedad: a fin de cuentas, el nivel de caída de reservas del Banco Central a un ritmo de u$s1.000 millones por mes hace que 2013 se ubique entre los peores años para la caja del Gobierno.

Si se considera los rubros que antes implicaban un ingreso neto de divisas al país y que ahora son un egreso -el turismo y los préstamos financieros, principalmente- y se le suman la salida de depósitos en dólares del sistema bancario, los números son bien elocuentes.

Si se compara contra 2011 -cuando se empezó a aplicar el cepo- esos dólares que salieron de la economía por otras ventanillas suman u$s28.500 millones, una cifra bien superior a los u$s21.700 millones que el Gobierno se «ahorró» con el drástico cierre de la venta de divisas.

Y este cálculo es conservador, pues solamente toma en cuenta la salida de capitales por los rubros turístico, financiero y bancario, sin considerar la «fuga» a través del canal comercial -por el auge de rubros como autos importados- ni el efecto del dólar paralelo y los mecanismos como el de «conta con liqui».

El cepo, ¿frena la fuga?
En este marco, la frase de la Presidenta podría ser reconvertida a, por ejemplo, que «no hay ningún cepo que alcance para detener la fuga de capitales cuando a los argentinos se les mete en la cabeza que hay atraso cambiario y que todos los bienes y servicios dolarizados están baratos».

Podría parecer una contradicción, porque es cierto que la «fuga» en su sentido tradicional se revirtió en 2013 (u$s261 millones de enero a agosto), luego de años en los que llegaron a «evaporarse» unos u$s23.000 millones (2008), 14.000 millones (2009), 11.400 millones (2010), u$s21.500 millones (2011) y u$s3.400 millones en 2012, ya con la vigencia del cepo (ver infografía):

 

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Desde Econviews señalan que «la fuga de divisas llegó a cero a partir de que profundizó el cepo -a mediados del año pasado- y ya para este año cambió de tendencia».

Pero también es cierto que el sector privado fue encontrando otros mecanismos para dolarizarse, directos o indirectos, legales o ilegales.

No todas las opciones encuadran en el concepto estrictamente técnico de «fuga», que está asociado a la salida de dólares del sistema y su consecuente impacto en las reservas del Banco Central.

Es decir, la fuga -como el cepo, según Cristina- no existe… pero que la hay, la hay.

«Lo que le falló al Gobierno fue ver a las restricciones cambiarias como un todo, ya que si bien pudo frenar la salida de divisas por algunas ventanillas, también terminó abriendo otras», resume el analista Federico Muñoz.

Entre estas nuevas «rendijas» que se abrieron, el economista cita:

Turismo en el exterior: de ser un rubro superavitario pasó a dar pérdidas. En junio dio un déficit de u$s7.300 millones para los anteriores 12 meses.

Ingreso por cuenta financiera: ahora entran menos dólares de los que se van en concepto de cancelación de créditos de empresas o entre las mismas firmas (multinacionales que les prestan a sus filiales locales). Antes ocurría lo contrario. Según el economista, de un superávit de u$s10.700 millones netos (2011) se pasó a un déficit de u$s2.500 millones.

Depósitos bancarios: las colocaciones de particulares y empresas cayeron unos u$s8.000 millones desde la instauración del cepo, cuando acumulaban un total de u$s15.000 millones.

Las reservas también vienen en caída libre, registrando un descenso de unos u$s12.500 millones desde el cerrojo al dólar.

Goteo y blue
Una de las salidas que el cepo no pudo evitar ha sido la vinculada con el permanente «goteo» de los depósitos en esta moneda, que sí se asocia al concepto de fuga.

Antes de las restricciones, los ahorristas tenían en los bancos colocaciones por un total de u$s15.000 millones. Desde ese entonces se fueron poco más de u$s8.000 millones, de modo que en la actualidad quedan unos u$s6.840 millones en las entidades.

Es decir, desde que se restringiera el acceso libre al mercado cambiario, el drenaje de las colocaciones se llevó algo más de un 50% de los fondos que estaban en el sistema.

Otro de los efectos colaterales del cepo fue la disparada del blue, que ya supera los $9 y está alejado un 60% del valor oficial, que sigue por debajo de los $6.

La compra de billetes en la plaza informal no puede técnicamente denominarse fuga, ya que no toca reservas y viene a ser simplemente un acuerdo entre privados.

Pero lo importante es que la cotización de la divisa paralela se constituyó en referente para distintas actividades de la economía.

Impacta en la compraventa de propiedades (que se desplomó por las restricciones) y ha derivado en precios más altos para una gran cantidad de productos. Esto último, porque los empresarios, al no saber a ciencia cierta cuál será el valor de reposición de algunos insumos, tienden a armar un «colchoncito» en los precios.

Se estima que en la actualidad el circuito blue mueve entre u$s400 millones y u$s600 millones por mes. No resta reservas, pero suma incertidumbre a la sociedad.

Otra operatoria que fue ganando en intensidad ha sido la de adquirir bonos y acciones que cotizan en la Argentina y en el exterior, comprarlos aquí en pesos y venderlos afuera, para así quedarse con billetes verdes depositados en una cuenta externa.

Este mecanismo, conocido en la jerga como «conta con liqui» se constituyó en una de las principales vías para sacar divisas del país. En este caso, el valor implícito del dólar se mueve en precios cercanos al del blue.

Según el ex presidente del Banco Central, Aldo Pignanelli, el volumen que se opera para ambos (blue y conta con liqui) es muy significativo. Tal es así que, de acuerdo al economista, hay momentos en los que en conjunto movilizan unos u$s1.000 millones por mes.

Esto llevó a que el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, no detenga su avance en querer pisar tanto la cotización del paralelo como la de la triangulación de títulos. A juzgar por la realidad, sus acciones intimidatorias de poco han servido.

Si no pueden salir, no vienen
El cepo cambiario también estranguló la entrada de divisas. Como señala un banquero, «si no las dejan salir, tampoco quieren entrar».

Otro de los efectos indeseados de las restricciones fue que -a contramano del deseo oficial- el Banco Central pierde reservas aceleradamente, pese a tener el monopolio de la compra de divisas.

Tal es así que desde la entrada en vigencia de las restricciones, la entidad resignó u$s12.500 millones, para llegar a poco menos de u$s35.000 millones actuales, el nivel más bajo desde 2007.

A esta salida de dólares del Central, se suma el menor ingreso de capitales para inversiones.

Esto es porque las grandes firmas se muestran reticentes a traer y liquidar divisas al valor oficial para luego pagar costos e insumos locales a un valor más cercano al del blue.

«Con otro esquema económico podrían entrar más inversiones extranjeras», afirma Lorenzo Sigaut Gravina, economista jefe de la consultora Ecolatina.

Y agrega: «Una gran empresa con filiales en otros países no tiene incentivos para traer dinero. Eso les resto financiamiento a varias compañías desde sus casas matrices».

Otra «fuga» de divisas (aunque no responda al concepto estrictamente técnico) viene por el lado de los miles de turistas que arriban al país. Antes, canjeaban sus dólares en bancos o en casas de cambio, ahora muchos cambian sus billetes por blue, para así hacerse de un «excedente» del 60% en pesos.

«Más del 40% de los dólares que traen se van al circuito marginal, no los recibe el Banco Central, lo que termina siendo un obstáculo más para sumar fondos», resume Sigaut Gravina.

El blue, «hijo» del cepo
En la última década, la compra de dólares para ahorro por parte del público fue constante, con altos y bajos.

No obstante, hasta el 2006 estuvo en parte compensada por un mayor ingreso de divisas, lo que le permitía al Gobierno aumentar sus reservas.

Pero los argentinos fueron percibiendo que el tipo de cambio se iba atrasando frente a la inflación, y al ver que el billete verde se abarataba, comenzaron a volcarse con más fuerza a comprar divisas.

«La demanda se fue motorizando por el atraso cambiario, y el Gobierno debió recurrir a la represión de la necesidades de particulares y empresas», afirman desde la consultora Empiria, dirigida por Hernán Lacunza.

«El cepo ha llevado a la economía a un círculo vicioso de bajo crecimiento por asfixia en la llegada de ´dólares voluntarios´ (nadie entra donde no sabe si luego puede salir). Además, le resta confianza a la moneda local», agregan.

En la visión de Lacunza, las limitaciones impuestas no hicieron otra cosa que potenciar la escasez, algo que se ve reflejado en el alto precio del blue.

«La cotización del paralelo es la muestra más fiel de que muchos argentinos están dispuestos a pagar un 60% más para hacerse de dólares», analizan desde Ecolatina.

En definitiva, quedó claramente reflejado que el remedio del cepo fue peor que la enfermedad.

El Gobierno frenó la fuga de billetes por ventanillas de bancos, pero tapar ese agujero terminó abriendo otros, que son los que ahora dejan a Cristina más condicionada a dos años del final de su segundo mandato.

Fuente: i Profesional

 

 

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